Cada año, Estrella Damm consigue que todos pensemos en las vacaciones, en momentos de relax
y diversión. Disfrutamos viéndolo y
tarareando sus bandas sonoras y asintiendo con la cabeza la razón que
tienen sus mensajes. Estrella Damm lo consigue, ¡nos emocionamos!
Mediterráneamente o
no, nos apetece disfrutar de la experiencia “made in Estrella Damm”. Como nos
apetecía pertenecer a ese grupo de “locos y buenas personas” a los que Coca Cola
rendía homenaje en uno de sus últimos anuncios de publicidad.
A estas alturas no cabe la menor duda, el
marketing emocional está de moda. Cuenta Sergio Quinzá en uno de sus artículos
que, en una situación económica como la actual, “las experiencias sentimentales
con una estudiada comercialización de las emociones, venden más que el mismo
producto o servicio, llegando el cliente a asociar el consumo del producto con
la felicidad”.
Y
muchos son los que coinciden en este planteamiento. Por ejemplo trecebits.es hablaba el
pasado mes de mayo del marketing de sentimientos, y comentaba que éste tiene que ver con “cómo se
siente el consumidor cuando interactúa con una marca, cómo le impacta la
experiencia de compra o cómo puede llegar a disfrutar mientras consume el
producto”. En definitiva, asegura Pablo Mercado “está comprobado que decidimos en lo emocional y
justificamos en lo racional”.
Pero, ¿será esta fidelización de los clientes a través de las emociones una moda pasajera?
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