El Presidente de los Españoles en el exterior, José Manuel Castelao Bragaño
anunciaba hace un par de semanas su dimisión. Eso sí, después de la reacción de
media España a unas declaraciones suyas, más que desafortunadas: “Las leyes son
como las mujeres, están para violarlas”.
Éste “devoto de la mujer”, capaz, ha confesado, de cualquier tipo de
penitencia para enmendar su error, no sopesó, claro está, la reacción y
posterior repercusión a tan desacertadas e inoportunas palabras.
Unos meses antes, Antonio Moreno era cesado como Jefe Superior de Policía de la Comunidad Valenciana por referirse a los manifestantes de la Primavera Valenciana como el “enemigo”. La reacción, una vez más, fue rápida y masiva. Como ocurrió también con las declaraciones del diputado del PP por Ourense, Guillermo Collarte, quien manifestó que ganaba unos 5.100 euros y con estos ingresos las pasaba “bastante canutas”. Sus palabras provocaron tal revuelo que pidió perdón públicamente.
No son los únicos. Micrófonos abiertos, comentarios desafortunados y sorprendentes
meteduras de pata. Como dice Macaco en su canción “Nunca una ley fue tan
sencilla y clara: acción, reacción, repercusión”.
Y, en esto, recuerdo el caldo de Celia Villalobos y el café de Zapatero.
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