Marca
España
Cuando era más joven (gracias, Sabina) viajé en
trenes y carreteras por pueblos de Europa y América y hablé por primera vez con
gentes a las que el nombre de España les sonaba a curas y militares, a sol,
playas, historias antiguas y porvenires fascinantes.
Vuelvo ahora, años más tarde, a recorrer los
viejos caminos y aunque nosotros los de antes ya no somos los mismos (gracias, Neruda) vuelven a contarme viejas historias de la vieja España.
Pero, ah, los viejos pícaros han devenidos en vulgares ladrones, los aguerridos
guerrilleros en jefes de bandas mafiosas y el lumpen proletariado en demócratas
en cómodos plazos de democracia a cuatro años vista, con el permiso de la
autoridad.
Y además, mendicantes y sumisos ante la Europa rica. Temerosos ante los nuevos caciques locales. Amedrentados y medrosos ante el
futuro. Perdido en mi habitación, sin saber qué hacer, sin saber donde ir
(gracias, Mecano) ¿Dónde está la oficina de quejas? Tengo una botella para
lanzar a los mares del sur pidiendo en morse SOS, ¿Dónde pongo el remite del
mensaje? ¿Marca España? Ah, si claro, costes al portador… Vale.
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