O la paradoja del siglo XXI. Mientras, el Gobierno de
Birmania levantaba el pasado 20 de agosto la censura en los medios de
comunicación, tras cerca de medio siglo con la libertad de expresión
estrictamente coartada en el país, el Gobierno holandés intenta restringir la Ley de Libertad de Información
argumentando que ciudadanos, periodistas e investigadores están abusando de
ella. Un “abuso” que, curiosamente, ha llevado a la publicación de informaciones polémicas que han afectado a ministros de su Gobierno y a la familia real de Holanda.
La libertad de prensa en el mundo, Informe Anual 2011 de Reporteros sin Fronteras |
Mientras, Birmania apuesta por ofrecer más espacios para publicar e
informar, Holanda sugiere no revelar debates internos e introducir condiciones
en el uso de los documentos con castigos que pueden llevar hasta un año de
prisión. O lo que es lo mismo, el mundo
al revés.
Según los últimos informes de Reporteros sin Fronteras, “más de un tercio de la población mundial
vive en países en la que no hay libertad de expresión”. Y esto medio siglo
después de que la libertad de expresión se reconociera como derecho fundamental
en el artículo 19 de la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948.
En el citado artículo se lee: “todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión;
este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de
investigar y de recibir informaciones y opiniones y el de difundirlas sin
límite de fronteras por cualquier medio de expresión”.
¿Ha quedado claro?
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