Lo
decían las abuelas, con cierta socarronería. Que preguntar no es ofender, claro
está. Ahora, justamente con la que está cayendo, cada día son más los
dirigentes, especialmente en el ámbito de la política, que hurtan a los ciudadanos
las preguntas, y por tanto, sus respuestas. Dicen bien los profesionales que
han comenzado a pregonar que sin preguntas no hay periodismo y sin periodismo no
hay democracia o la que hay es muy mala.
¿En
qué inmundo lugar habrán aprendido esos dirigentes a decir lo que les venga en
gana y no escuchar las preguntas de los ciudadanos? Seguramente no se han dado
cuenta aún de que sin preguntas no hay periodismo, es verdad, pero tampoco hay
ciudadanos, hay simplemente súbditos insignificantes que reciben órdenes de sus
élites.
Y
es bueno que se enteren de una vez de que no vivimos en un estado que es un
paraíso para las élites y un infierno para las mayorías. ¿O tal vez sí? Pero si
ni siquiera aceptan nuestras preguntas, ¿cómo van a aceptar nuestras peticiones?
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