El
hombre más poderoso del mundo, o eso dicen de él, acaba de ser reelegido
por el voto decisivo de un puñado de personas que tienen en común una
lengua, el español.
Han
sido unas elecciones en las que el futuro ganó al pasado, dice un
experto en políticas públicas de la Universidad de Harvard. Pero para
los periodistas, para los de antes y los de ahora, digitales y analógicos, que se
mueven en el audiovisual o en redes sociales… para todos los que
trabajamos con las palabras ese apunte de las elecciones norteamericanas
tiene una importancia enorme porque sitúa nuestra herramienta de
trabajo en un contexto privilegiado y nos invita pensar en las
posibilidades cercanas y remotas que nos ofrece compartir nuestro idioma con
tanta gente, en tantos puntos del planeta.
Compartir lenguaje es mucho más que usar las mismas palabras, es como pisar el mismo suelo,
mirar las mismas nubes o compartir sentimientos. Y mientras más fuerte
sea ese sentimiento más oportunidad de negocios habrá. Y más riqueza y
más empleo.
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